Un buen destino
Texto con referencia a la presentación de Iraida Noriega en el Teatro Esperanza Iris
HISTORIAS DE UN ESCRITOR
IsraelMR
8/22/20232 min read
Exorbitante, es la forma como, en ocasiones, el destino se encuentra conmigo y me seduce. Hace años me le hacía mucho del rogar y por más que me acariciaba con lujuria tendía a mantenerme en mi supuesta cordura para no dejarme embaucar con sus encantos. Ciertamente lograba mantenerlo a raya; ahora simplemente creo que fue una estupidez. Años pasaron antes de que el destino me quisiera golpear a puñetazos de realidad y ensueño y con un increíble knock out me mando desorbitantemente a la lona. Así, a punta de madrazos aprendí que al destino es mejor escucharlo con la atención debida.
Merodeando, como suelo merodear durante las semanas; entre palabras perdidas que buscan su posición correcta en la vida y tragos de whiskey etiqueta roja porque que más da, encontré a un buen amigo de las imágenes; y, entre buena vibra le pregunté:
- ¿Qué harás el sábado?
He de decir que somos buenos amigos de la música así que el enfoque general de la respuesta lo tenia de antemano; simplemente me faltaban los detalles:
- Iré al Esperanza Iris…
- Claro, a lo de Iraida
- Sí
- Vaya quería ir, pero aún no me decido…
La realidad era que, entre la bohemia jazzera aún no había tenido la oportunidad de escuchar a aquella tal Iraida Noriega. Más de una vez había visto su nombre como una posible alternativa, pero un no se qué me había hecho abstenerme.
Antes de continuar he de contarles que muchas veces escribo acompañado de música así que encontrar una alternativa así sería siempre cuestión de tiempo.
- Vale pues, allá nos vemos…
Así de la nada esbocé lo que sería mi objetivo musical y literario del sábado 19.
Un mentado aguacero intento frenar mis planes para ese día. Más que charcos, lagunas acompañaron mi avanzar excesivamente pausado. Si bien la ciudad se mostraba entre reflejos, mis piernas mojadas mostraban sus años y su fría humedad. Por minutos avance como queriendo llegar instantáneamente sin tener la fortuna de hacerlo. Y al llegar un último piso me dio la bienvenida con escalones de sobra para mis atrofiados pulmones. Entonces entre.
Escribir ante el sonido es embelesador. Las palabras tienen a fundirse bajo la expresión de lo sutil, pero también de lo intenso. Segmentos del alma navegan en un mar de oleadas que lo deforma todo, pero mantiene una estructura precisa. Así comencé a vibrar ante la voz inmensa de Iraida Noriega. La historia del momento se agolpó entre imágenes que fueron mutando entre la edad y la experiencia. El pueblo y la ciudad se hicieron uno entre el olor a humedad y las calles pavimentadas y el bullicio. Farolas transformadas en el resplandor de la luna permanecieron estáticas por segundos para darle sentido a la ilusión de mis palabras. Iraida allá cantaba con un fulgor de diosa, con una presencia y una completitud tal que las palabras se transformaban por momentos para caótica realidad mi, aún novata, capacidad literaria.
El destino es muy extraño. Tiende a proceder de formas tan poco lógicas que siempre termina por desconcertarme. Disfruté; vaya que disfruté.
Que buen destino que me llevo hasta ahí. Que agradable momento, que embeleso y que pasión. Buen camino Iraida Noriega, espero nos crucemos de nuevo.