¿Qué les platico si sólo soy un escritor?

Platico sobre cómo es que construyo una historia

HISTORIAS DE UN ESCRITOR

IsraelMR

8/31/20233 min read

focus photography of brown and gray concrete wall
focus photography of brown and gray concrete wall

Generalmente escribo. Ya habíamos acordado esto… Pienso en conceptos, los envuelvo en historias y construyo personajes. Habitualmente todo ocurre sin que haya una claridad completa; las historias y los personajes se crean realmente a cada palabra.

Sin embargo, escribir no es tan fácil como parece. Uno sufre y se angustia mientras se plasman las palabras.

Todo parte de un esbozo de la historia. Algo general pero que oriente las acciones, aunque la vida de la historia ocurre en el momento en el que se escribe. Incluso no siempre se sigue el diseño original y siempre tiene errores de todo; de concepto, de trayecto, de tiempo verbal, nombres confundidos. Ocurre de todo.

Normalmente el esbozo me toma un tiempo moderado. Vueltas por mi cabeza construyen un avanzar agrietado en el que los grandes temas del texto se pierden entre todo lo que aún ni siquiera sé que ocurrirá.

A pesar de lo que se pueda pensar, no se escriben mentiras; no importan cuán fantásticas resulten las historias, el punto de referencia siempre se encuentra acotado por lo conocido y ese también es su límite. Un límite que, en muchas de las ocasiones no conozco ni moderadamente.

Ya envuelto en este caos, me enfrento a los personajes, cada uno requiere de un manejo especial, los hay intelectuales que se definen por su cultura, mientras que hay otros envueltos en vivencias o aquellos que son más comunes; los hay simpáticos y otros arrogantes o curiosos. En ocasiones incluso parece que me siento a tomar café con ellos pretendiendo querer entender sus comportamientos y su pasado. Cada personaje participa a partir de su historia y para ello necesito entenderla; digamos que ellos me las platican.

Generalmente esta parte me lleva más tiempo del que se podría imaginar y mucho café. De hecho, en algunas ocasiones mientras redacto la historia sigo revisando mucha información que simplemente me sirve para completar párrafos de comportamientos y respuestas a eventos.

Para cuando tengo moderadamente clara la historia y los personajes me doy cuenta de que aún no comienzo a redactar y así, envuelto en la realidad tiendo a separarme de ella, por largo tiempo existo de una dualidad aparente; aquella en la que vivo y la otra en la que mi mente existe con tal de responder a la escritura. Eventos bobos como el observar a una persona cruzar un puente se convierten en segmentos del texto, pero de otra manera, bajo otro contexto y con un objetivo diferente. Es ahí donde mi pelea suele ser con el aburrimiento; uno puede jugar con los momentos y plasmarlos, pero siempre se busca que no se convierta en un asunto aburrido. Todo debe jugar en armonía.

Ahí el trabajo constante y la paciencia toma su papel. Se escribe, porque eso es lo que se sabe hacer, y se avanza poco a poco; en ocasiones muy poco a poco. Se resuelven problemas de la historia que ocurren de momento y se continua. Hay textos que aún están a la espera de dejar la introducción y otros que suplican por una segunda parte; incluso hay algunos que aún no abandonan mi cabeza.

Curiosamente, para cuando se llega al final ya hay otros textos que gritan por atención y así se pasa de una historia a la que sigue sin mayor festejo que una que otra fotografía con la palabra FIN en alguna hoja.

De ahí se realizan interminables revisiones de todo que, dentro de lo que se requiere hacer, se convierte en un caos aburridísimo.

Oficio solitario y poco terrenal, creo yo. Pero qué le vamos a hacer. El dentista cura dientes, el médico cura personas, el carpintero transforma la madera en algo útil y el escritor escribe; es lo que sabe hacer.