Historia de una historia

Un texto solo, porque no hubo otros que lo acompañaran...

HISTORIAS DE UN ESCRITOR

IsraelMR

8/3/20233 min read

Desconozco si alguien esté leyendo estos textos, Desconozco si existe algún sentido en escribirlos. Desconozco si algún día habré de descubrir la respuesta al otro lado de este teclado y esta pantalla. Pero, con este absurdo afán por querer compartir, les voy a contar una historia. He de aceptar que no es una historia común, de hecho no es parte de ninguna novela en la que me encuentre trabajando ni nada por el estilo; pero es una historia real. Esta es la historia sobre una historia.

El otro día me encontraba tomando un café, así como se me puede encontrar la mayor parte del tiempo. Ahora un vapeador sabor tabaco hace las veces de suplente adictivo de nicotina, así que el humo envolvía mi momento. Callado y distante, mi mente se mantenía queriendo darle forma a futuras palabras aún no escritas. La gente pasaba frente a mí, la gente siempre pasa mirándome con cierto desconcierto. Fue entonces que una historia se apareció; pero, no era una historia común, era una de esas historias arrogantes que se ensañan por llamar mi atención. Debo confesarles que quise ignorarla; pero se esmeraba profundamente por atraerme y entonces la miré. Sabía que no debía de atender a su presencia, pero era demasiado tarde.

En alguna otra ocasión historias así ya habían cruzado por mi camino. Algunas de ellas se habían apoderado de mi pluma y, por tanto, de segmentos de mi alma; el final no había sido agradable.

Como me ocurre cuando las palabras llegan, comencé a bordear sobre los limites que consolidan el imaginario. Dentro de lo inestable, parecía que la historia tenia sentido. El peligro estaba, pero podía ser que no fuera tan extremo. En ocasiones escribir es aún más peligroso que la vida misma; sin embargo, ya no había vuelta atrás, la historia me había envuelto y mi atención estaba en ella. Entonces la observé por dentro y, obviamente, el caos estaba ahí. Quise ignorarla de nuevo, les confieso que realmente lo intenté con ahínco, Querer profundizar en el caos es tan complejo, tan cansado y tan cruel, que uno simplemente termina por esperar los momentos más adecuados para emprender aquellas historias; no era mi momento.

Palabra a palabra me dejé llevar. Conforme avanzaba, los segmentos más inestables de mi existencia tambaleaban cual si un terremoto los estuviera menguando. Varias veces sentí tropezar; varias veces la caída al abismo se me presentó tan formalmente como la nada. Cuando uno viaja por terrenos peligrosos se debe ser cauto.

Imágenes inconclusas intentaron tomar forma. En ese mundo cualquier pretexto abre abismos al desconsuelo; pero no podía detenerme; no debía detenerme. Anduve pausada pero firmemente. Observé todo a mi paso. Desgarros agonizantes se presentaron ante mí. Ese tipo de historias tienden a ser mentirosas y esquivas, y dentro de todo eso es mejor prestar atención al camino; pero, al mismo tiempo, el camino es detestable. Como les contaba, ya antes me había tocado enfrentar ese tipo de historias y sabía que la mejor alternativa era avanzar; en esas realidades la única forma de llegar al final es avanzar; y así lo hice. Obviamente no resultó fácil el momento; incluso recuerdo sed, hambre y frío. El tiempo avanza de forma diversa cuando uno se enfrenta a ese tipo de historias, así mis pasos fueron eternos. Mis piernas rengueaban tanto como mi alma. No sabría cómo describir todo eso con la claridad que se requiere; pero, después de dar vueltas por aquel laberinto imaginario me encontré con una salida justo abajo de un desfiladero. Supongo que algo había aprendido de las excursiones previas a ese tipo de historias: para encontrar el camino correcto, simplemente se requiere poner atención. Siempre hay detalles; señales perceptibles que muestran la dirección.

Desconozco bien cuánto tiempo terrenal estuve sentado mientras sobreviví ante aquella historia. Tampoco sé cuántas personas pudieron pasar frente a mí preguntándose sobre los motivos de aquel loco. Lo que sí sé es que, si tuviera que dar un consejo sobre cómo enfrentarse a esas historias, diría que hay que avanzar el camino, poner atención y tomar café.

Cuéntenme de sus historias... y no olviden compartirme por sus redes y seguirme en las mías... hasta la próxima...